Un sistema inteligente, que entiende perfectamente el lenguaje natural, se nutre de forma inmediata de una cantidad ingente de datos y tiene respuesta prácticamente para cualquier pregunta. ChatGPT es tan bueno —sobre todo en su última versión, GPT-4— que han bastado unos pocos meses para que saltaran las alarmas: ¿Hasta dónde puede llegar su influencia? Más allá de debates morales, la otra gran inquietud que despierta ChatGPT es su poco transparente gestión de la información que procesa.