En solo media hora, alguien con un poco de maña puede descubrir todo tipo de información sobre cualquier persona únicamente buscando en Google: nombre completo, fecha de nacimiento, zona en la que vive, a qué colegio fue, quiénes son sus amigos, filiación política, teléfono móvil, dirección de correo electrónico, DNI… Y de ello tienen mucha culpa las redes sociales; ya no solo por lo que se publica en ellas, sino también por la información que recopilan (y luego muestran) cada vez que se crea un perfil. Teniendo en cuenta que solo en España se estima que el 85% de la población (28 millones) utiliza habitualmente una red social, tal y como recoge el último Estudio de Redes Sociales de IAB, la cantidad de datos a los que potencialmente tienen acceso los ciberdelincuentes es enorme y, con ellos, el riesgo de que los vendan, suplanten la identidad y un largo etcétera de consecuencias, casi todas negativas. Y lo más preocupante es que, en muchas ocasiones, los usuarios ni siquiera saben cuál es esa información personal expuesta. Para conocerla con detalle y tomar las medidas de privacidad oportunas para restringirla, es posible solicitar a cada red social un informe detallado que incluya interacciones, ubicaciones, actividad…