El turismo recorre una senda que la banca inició hace años: la digitalización de todos los servicios posibles para abaratar costes, reducir errores humanos, agilizar y extender la operatividad y tomar decisiones basadas en datos. Sin embargo, varios estudios alertan de que la deshumanización de esta actividad puede acarrear consecuencias indeseadas como la generalización de la oferta, la despersonalización de la atención o de la gestión de los recursos humanos y la ineficaz respuesta a incidencias.
