En pocas semanas, la Comisión Europea ha pisado el acelerador en materia de controles de los contenidos generados por inteligencia artificial (IA). Hasta tal punto, que empieza a haber un tanto de confusión sobre quién propone qué y en qué formato y para cuándo: que si un código de conducta voluntario global, que si un acuerdo previo a la legislación en vías de aprobación —la Ley IA actualmente en negociaciones en la Eurocámara— o, este mismo lunes, un compromiso de las plataformas digitales para identificar claramente, y de “inmediato”, los contenidos generados por IA para combatir la desinformación. Pese al barullo, una cosa queda clara: en Bruselas preocupa, y mucho, el potencial “lado oscuro” de estas nuevas tecnologías, sobre todo la IA generativa como es el ChatGTP, y le está faltando tiempo para intentar ponerle coto.
